domingo, 5 de mayo de 2013

¿QUO VADIS EUROPA?

En un mundo multipolar, las naciones de Europa, con más de quinientos años de estados nación la mayoría de ellas, sin el proyecto europeo es muy probable que cayeran en la insignificancia dentro del orden mundial del siglo XXI. El proyecto europeo era una necesidad después de la segunda guerra mundial, y en estos momentos es una obligación de todas las naciones europeas de influir en el concierto mundial  política, económica y socialmente.
Los padres fundadores de la Comunidad Europea dieron un gran salto en la integración de naciones que habían estado durante toda su historia enfrentadas. Cada nación de Europa tiene su idiosincracia, su lengua, sus costumbres, su historia. Pero a partir del nacimiento de la Comunidad Europea empezamos a tener conciencia de que todas esas naciones por separado formaban una unidad a partir de valores y principios comunes: democracia, derechos humanos, que se plasmaron en los acuerdos fundacionales del Consejo de Europa.
Posteriormente, ya en los años ochenta y noventa grandes políticos dieron un impulso en la unidad de Europa a partir del Tratado de Maastricht,  donde comienza ya una integración política y económica, se hablaba de la Europa de los ciudadanos.
Y llegamos a la actualidad, en plena crisis económica, las instituciones europeas han desaparecido, han perdido influencia, los estados nación, sobre todo los estados acreedores como Alemania imponen sus condiciones a aquellos estados deudores. La Unión Europea de estados acreedores y deudores no se sostiene. Los egoísmos nacionales están floreciendo por doquier. Las fuerzas de extrema derecha aprovechan la situación de inestabilidad para hacerse fuertes.
La Unión Europea solamente tiene una salida, y es más Europa. Una Europa de los ciudadanos, una Europa donde las instituciones sean relevantes, y se cumplan los tratados para avanzar hacia unos Estados Unidos de Europa, donde los egoísmos nacionales no impidan el avance hacia una Unión en que tengamos una moneda verdaderamente única, un gobierno federal y por tanto una política fiscal y presupuestaria para toda la Unión. En ese momento, la Unión Europea será una potencia mundial difícilmente superable pues tenemos una historia, una tradición democrática y un potencial económico que todos juntos nos llevará a  mejorar las condiciones de vida de los ochocientos millones de europeos. La otra alternativa ya es de sobra conocida en Europa. No repitamos la triste historia de Europa de la primera mitad del siglo XX.



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